A modo de presentación

Hace unos años, leyendo al filósofo alemán T. Adorno, me sorprendió la hiperbólica crítica que hacía a la ciencia y tecnología de su siglo, el XX. Comentaba el alemán sobre lo que él calificaba como “el factor demoníaco de la ciencia”. A mí me llegó al pensamiento el uso que se hizo de los cálculos y ecuaciones de Einstein: aquella bomba atómica, que quedaba muy bien para un museo como muestra del alcance de la inteligencia humana, pero que se ensayó para atemorizar a los japoneses, y lo consiguieron, sobre Hiroshima y Nagasaki. Dicen que las armas las carga el diablo, esa bomba también. La ciencia y la tecnología se pueden volver contra nosotros. El diablo acecha. Entendí que por estos y otros derroteros caminaba Th. Adorno.

Ya sé que alguno preguntará: y esto, ¿a cuento de qué? A cuento de nada, aunque, mejor dicho, a cuento del avance vertiginoso de la cibernética que, a través de los medios y redes sociales, nos ofrece la oportunidad de la comunicación: sin estar delante de la persona nos comunicamos, nos enamoramos, pedimos ayuda o descargamos nuestra ira y rencor sin tapujos. A través de estas redes nos rebelamos ante la injusticia o la falta de libertad, a través de ellas parece que no estamos tan condenados a la soledad. Pero sabemos, aunque lo quitemos de la mente por molesto, que también estos avances milagrosos tienen otra cara, la vuelta de la moneda. Esta tecnología puede controlar nuestra palabra escrita, nuestro mensaje y hasta nuestra intimidad. Un “gran hermano”, como en la distopía de Orwell, la novela 1984, se cierne sobre nosotros como una nueva Santa Inquisición que persigue a los rebeldes que no comulgan con las ideas políticamente correctas. Todos sabemos lo que hay y, a pesar de todo, ahí estamos delante de un teclado y una pantalla multicolor.

Yo también he entrado, mejor dicho, he caído en el juego. Os presento una página web, la mía. En ella escribiré, opinaré de lo divino y lo humano. Hablaré de mis libros, de mis publicaciones, de artículos que me pidieron redactar, unos lejanos en el tiempo, otros recientes. Sobre todo este material formaremos un coloquio entre los que estéis interesados hacia dónde caminan estos pensamientos. Nada especial, simplemente pensar, pero que me recordará los frutos que recogía cada curso dedicado a la función docente haciendo lo posible para que nuestros jóvenes pensasen, analizasen, criticasen… y que no les engañase la vida. Muchos años enseñando filosofía en centros de enseñanza públicos y privados.

Os dejo con esta página web y, si tiene algún interés, por medio de ella estaremos en comunicación unos con otros, en diálogo libre y alejado de censuras. Toda duda es respetable, toda opinión es escuchada. Pensamiento crítico ante todo, salir de la caverna de las sombras para entrar de lleno en la realidad de la luz, aunque al principio el sol dañe nuestros ojos Y, por último, volviendo al comienzo, no está de más recordar un serio aviso que nos deja Stephen Hawking, el gran conocedor de nuestro universo: “El peligro radica en que nuestro poder para dañar el medio ambiente o al prójimo aumenta a mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder”. Lo perverso no es la tecnología sino el uso que podamos hacer de ella.

 

                                                                                                    

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