Fragmentos del cuento «La Luz y El Mensajero»

[…]

-Ven, mensajero. Vamos a dar vueltas con ese satélite que se ha vuelto loco. No para de girar. Mira cómo el planeta se ríe de sus giros cada vez más alejados de su camino. Ven, que no le molesta. Sólo una vuelta, por favor.

-No, no puedo. Tengo que llevar una carta de amor de esa estrella que, ¿no la ves?, llora todo el tiempo. Tengo que hacer el encargo antes de que la pobre acabe con su luz, son muchas las lágrimas que resbalan por sus puntas. Tú siempre estas libre, te hicieron de luz, de transparencia, lo ves y lo sabes todo. Por eso, por eso mismo, sabes que debo llevar la carta a su destino, a ese sol orgulloso que no repara en la mirada y los suspiros de la estrella triste. No te preocupes, luz, déjame ir, luego jugamos. […]

-Vamos, vamos, ordena el señor Tiempo. Hay que prepararse para el recibimiento. Empezad con las alfombras verdes, salpicad color por todas  partes, adelantad un poquito vuestro florecer. La luna se mantendrá en su cuarto creciente para acunar al ser que vendrá para hacerse pequeñito, para crecer, como vosotras, primeras flores blancas y amarillas, margaritas con pétalos de enamorados: sí, no, sí, no…, para crecer mirando hacia el techo de donde vino. Os enviaré a la luz o al mensajero, no lo sé, todavía mi tribunal, que decide con la información del lugar, año, mes, semana, día, hora, minuto y segundo, no ha dado respuesta de la conveniencia de hombre o mujer según el deseo de la que espera o la necesidad de la población donde el nuevo ser va a respirar otro aire,  hablar otra lengua y pisar otro suelo. ¡Qué distinto todo a su lugar de origen en las alturas sin fin! No sé, aún no puedo hablar, pero perfumad sin pausas el aire, que el primer viento que llegue a sus órganos recién estrenados traiga el aliento de las flores. Vamos, vamos, que se oyen ya los pasos de la verde esperanza empujada por el cielo. Desgarrad la tierra con vuestras raíces y tomad vida para embellecer, doblaos para hacer el lecho con almohada de tomillo y yerba fina para su cabeza. […]

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